Es uno de los arces que podemos disfrutar en los bosques y campos del sur de Europa, y por consiguiente, uno de los que mejor vive en lugares donde el clima es templado pero con veranos cálidos. El arce de Montpelier, cuyo nombre científico es Acer monspessulanum, es una opción muy interesante para decorar los jardines, ya que además hablamos de una planta que da buena sombra.
A diferencia de otros arces, tiene hojas muy características, las cuales se mantienen verdes durante la primavera y el verano, pero en otoño se vuelven de color amarillento antes de caer.
Origen y características del Acer monspessulanum
El arce de Montpelier es un árbol caducifolio, de tamaño mediano, que alcanza una altura de unos 10 metros, si bien puede llegar a los 20 metros en casos excepcionales. Desarrolla un tronco recto, cuya corteza es de color gris oscuro, y con un diámetro que no suele superar los 60 centímetros. Tiene una copa muy ramificada y muy densa. Sus hojas son trilobuladas, de color verde oscuro, y miden hasta 6 centímetros.
Florece en primavera, a menudo cuando sus hojas están a punto de brotar o cuando ya lo han empezado a hacer. Son amarillas y miden unos 2-3 centímetros. Una vez que son polinizadas produce frutos conocidos como disámaras de unos 3 centímetros de largo. Si no sabes lo que es una sámara, no te preocupes, te lo decimos: es una semilla con un ala gracias a la que puede alejarse de sus progenitores con la ayuda del viento. Y una disámara son dos sámaras unidas por un lado de las semillas.
¿Cuál es el hábitat del Acer monspessulanum?
Si queremos verlo en la naturaleza tenemos que saber que vive en la región mediterránea, a una altitud de entre los 300 y los 1750 metros. Lo encontraremos en los encinares, robledales y en los bosques mixtos. En España es especialmente abundante en Andalucía. También vive en Castilla y León, y en Aragón. En cambio, está ausente en los archipiélagos; quizás se encuentre en algunos jardines, pero no en el medio natural.
¿Cómo se cuida?
Si te animas a tener un Acer monspessulanum te aconsejamos que, antes de nada, sepas cuáles son las necesidades de este árbol. De esta forma, podrás elegir el sitio adecuado para él:
Ubicación
El arce de Montpelier es una planta que se debe tener en el exterior. Lo ideal es que le dé el sol desde joven, aunque también podría estar en semisombra siempre y cuando tuviese estuviese más al sol que en sombra.
Con el fin de que tenga un desarrollo normal y de que no cause problemas en el futuro, hay que plantarlo a una distancia de unos cinco metros como mínimo de muros y paredes, así como de donde tengamos tuberías.
Tierra o sustrato
Es un árbol que crece en suelos calizos y en los silíceos. Es importante que, además, drene el agua con rapidez, ya que es una planta a la que no le gusta tener las raíces encharcadas mucho tiempo.
Si bien puede llegar a superar los 10 metros de altura, eso no significa que no sea apta para cultivarse en maceta durante unos años. En este caso, se pondría en una que tuviese agujeros de desagüe llenada con sustrato universal (en venta aquí).
Riego y abonado
A lo largo de la primavera y el verano hay que ir regándolo de vez en cuando. La frecuencia va a variar dependiendo de las condiciones climáticas de nuestra zona, evitando que la tierra o el sustrato permanezcan secos mucho tiempo.
También en esas estaciones tendremos que abonarlo, ya que de esta forma lograremos que tenga un crecimiento un poquito más rápido, y sobre todo que no le falten nutrientes. Como abonos aconsejamos usar los de origen orgánico, como el estiércol, el guano (en venta aquí), el mantillo o el compost.
Multiplicación
El arce de Montpelier se multiplica de tres formas distintas:
- Semillas: en otoño. En cuanto terminen de madurar, se pueden sembrar en macetas y dejarlas a la intemperie. Germinarán a lo largo de la primavera.
- Acodo aéreo: es la forma más rápida. Se realiza en primavera, y se puede cortar cuando ya haya producido muchas raíces.
- Esquejes: también en primavera. Pero les cuesta enraizar. Se recomienda el uso de hormonas de enraizamiento (en venta aquí).
Poda
La poda se hace a finales del invierno, pero solo si es necesaria. El error más grave que se comete con los árboles es el de hacerles podas drásticas pensando que así crecerán más rápido, pero eso los debilita mucho. Y eso por no hablar de que pierden su belleza natural.
De hecho, la mejor poda es la que no se nota. Quitar ramas secas, muertas, o debilitadas, sí. Reducir un poco las que estén creciendo demasiado, también. Pero lo que no recomendamos hacer es eliminar ramas gruesas, ni dejarle las ramas con la mitad de su longitud original.
Rusticidad
El Acer monspessulanum soporta muy bien las heladas moderadas. Aguanta hasta los -20ºC. Tampoco le perjudican las temperaturas de hasta los 35ºC si dispone de agua.
¿Qué te ha parecido este arce?